El Primero de Mayo y la encrucijada de la vanguardia

A la crítica normalidad del caduco imperialismo se ha venido a sumar una nueva e increíble amenaza, que parece salida de la ciencia ficción distópica: una pandemia vírica. Para enfrentarla, el reciente y progresísimo Gobierno de coalición, representante general de la sociedad burguesa, ha dispuesto todos los medios policiaco-militares a su alcance para salvar el orden de su dictadura de clase. Y es que, pese a la flamante incorporación de los morados, el ya de por sí modesto plan social previsto por el Gobierno para reforzar la base sociológica de su alianza parlamentaria no ha empezado precisamente con buen pie. Destrucción forzada de millones de empleos por aquellos que representan objetivamente los intereses de clase de esa fracción arribista del proletariado: la aristocracia obrera. Brillante estreno. En cuanto a los representantes oficiales del mundo del trabajo, reconocidos por la burguesía como legítimos interlocutores para regular la moderna esclavitud asalariada, se han mostrado obstinados en toda colaboración interclasista en aras de salvaguardar la ganancia capitalista. ¿Acaso se podía esperar otra política de aquellos cuyo papel es ser correas de transmisión de la clase dominante entre las masas de trabajadores?

Por otro lado, tenemos la panoplia de organizaciones revisionistas todavía hegemónicas en un movimiento comunista que sigue hundido en la ciénaga del culto al movimiento espontáneo y la reforma. Tras el fin del ciclo del 15M y el fulgurante ascenso de la socialdemocracia rediviva a los asientos del Consejo de Ministros (¡y Ministras!), a estos pobres olvidados y excluidos del tablero político burgués sólo les queda la resignación impotente de aquellos que ni siquiera pueden representar la farsa de la tragedia en este viejo mundo, cabiendo, lo más, un grito a los cuatro vientos espetando desconsolados: “¡Nosotros lo haríamos mejor!”; conscientes ya de que se les ha cerrado objetivamente las puertas a ser gestores aspirantes del solemne consejo de administración del capital. No obstante, tras la bancarrota política de la pasada crisis económica, los revisionistas parecen orgullosamente dispuestos a estrellarse de frente una vez más con el mismo muro de hormigón. Cabría recordarles que desde que el movimiento obrero se dividió históricamente en dos alas en 1914, con la entrada objetiva en la era de la Revolución Proletaria Mundial (RPM), la reforma social deja de servir como acumulación de fuerzas de la clase para la revolución y pasa a servir inmediata y directamente al apuntalamiento reaccionario del Estado imperialista y a la reproducción del modo de vida capitalista.

Pero, como dice el dicho popular, no hay peor sordo que el que no quiere oír. Pues el revisionista, absorto en su dogma de fe espontaneísta junto a su consabido cretinismo parlamentario, encontrará siempre en la aristocracia obrera la excusa con la que justificar su práctica obrerista en el seno del movimiento obrero, pese a mantener todavía en su discurso una vacía fraseología socialista. Este paradigma del conjunto del revisionismo parte de que la conciencia revolucionaria del proletariado surge de su movimiento espontáneo y que la revolución social es un proceso determinista al que nos encaminamos automáticamente. Y por consecuencia lógica de sus premisas, reducen al militante comunista de estratega de la revolución y portador de la ideología revolucionaria a mero sindicalista, o, en tiempos de cuarentena, ¿¡por qué no?!, a buen samaritano. Pero los comunistas sabemos, de la mano de Lenin, que no hay movimiento revolucionario sin teoría revolucionaria; y sabemos, por ser lección histórica de la lucha de clases revolucionaria del proletariado, que la conciencia revolucionaria de la clase viene desde fuera de la espontaneidad, por mediación de la vanguardia que se fusiona con las masas, resultando de ello el principal instrumento de la revolución proletaria: el Partido Comunista. Por la perspectiva que nos proporciona el fin del Ciclo de Octubre comprendemos, con toda su honda significación histórica, que la condición revolucionaria del proletariado no se encuentra inmediatamente en su dimensión material-objetiva, la cual sólo otorga su condición de posibilidad, sino en su aspecto consciente-subjetivo, como resultado único de la proyección universalista que contiene su ideología revolucionaria.

Volver a hacer del proletariado esa inmensa fuerza social que transforme radicalmente el viejo mundo en dirección al comunismo implica preservar la independencia ideológica y política de la vanguardia. Ésta debe combatir al revisionismo y sacudirse décadas de estrecha práctica reformista. La reconstitución ideológica y política del comunismo es la tarea histórica que afrontamos: sobre la base del Balance del Ciclo de Octubre en lucha de dos líneas, elevaremos el marxismo a la condición de teoría de vanguardia del proceso social; el deslinde de campos con el oportunismo despejará el camino en la construcción de la vanguardia, haciendo crecientemente hegemónico el marxismo de nuestra época entre la misma. Tras ello, la conquista de la revolución social como horizonte político inmediato permitirá la fusión del socialismo científico con el movimiento obrero: la reconstitución del Partido Comunista (PC), sujeto y semilla de la nueva civilización. Culminada la reconstitución del comunismo, el PC aplicará el Programa de la Revolución desplegando praxis revolucionaria, fusión de teoría y práctica, elevando sistemáticamente a las masas a posiciones de vanguardia y edificando, mediante Guerra Popular, el Nuevo Poder y la Dictadura del Proletariado. El objetivo actual del Plan de Reconstitución es la construcción de un Referente de la Vanguardia Marxista-Leninista, que pueda disputar la hegemonía al revisionismo imperante. Para ello, la vanguardia del proletariado debe, en primer lugar, atreverse a dirimir la encrucijada en la que le sitúa la historia en este impasse de la RPM, decidiéndose ante el único dilema que le presenta la sociedad clasista actual: Imperialismo o Revolución.


¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!

¡Contra el capital y sus crisis, por la Revolución Socialista!



Comité por la Reconstitución
Primero de Mayo de 2020