Presentación

Este año se ha cumplido el centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, auténtico bautismo del proletariado revolucionario moderno. Y es que si el fantasma del comunismo había sido una secular amenaza para la opresión y la explotación, tan viejo, al menos en tanto sueño anhelante, como estas mismas lacras, sólo con el Octubre Rojo ese espectro alcanzó la dimensión de una realidad. Si, efectivamente, este milenario anhelo había sido recogido y fundamentado sobre la realidad material del mundo moderno por dos geniales alemanes, éstos no pudieron traspasar el umbral de su constitución como proyecto histórico. Por esencial e imprescindible que fuera esta tarea, que pone para siempre su nombre, marxismo, a la moderna teoría revolucionaria, el comunismo no alcanzó, más allá de inmortales fogonazos, el estadio de la práctica histórica hasta que los bolcheviques decidieron desafiar todos los esquematismos y todos los objetivismos y estremecer al mundo, llamando, con la palabra, pero sobre todo con el hecho, a los proletarios de todos los países a sumarse a esa obra. Con esa llamada nace el comunismo como magnitud histórica. Esa llamada todavía es la nuestra.

Por ello, la vanguardia marxista-leninista ha decidido que, en la medida de sus fuerzas, este bautismo, que es también el suyo, debe ser honrado. Porque sabe que el mensaje de Octubre está vivo y todavía tiene mucho que decir a todos los oprimidos del mundo. Porque sabe que la obra que inauguró está inconclusa y debe ser continuada y, más aun, que sólo puede ser continuada internándonos más profundamente por la misma senda que Octubre abrió. Por eso, la vanguardia marxista-leninista lo ha celebrado y ha llevado un poco de rojo a las grises calles de las ciudades que nos aprisionan. Punteando las ilustraciones de este número de Línea Proletaria, se da gráfico testimonio de algunas acciones agitativas emprendidas por la Línea de Reconstitución (LR) con motivo de esta celebración. Asimismo, como otra muestra de tales acciones, a medio camino entre la celebración-reivindicación y la lucha de dos líneas (pues toda celebración revolucionaria, si es tal, implica un momento de lucha) presentamos, al final del presente número, la octavilla repartida en las concentraciones de conmemoración de Octubre. Si su contenido resume el eje que deslinda a la LR respecto del revisionismo de todo pelaje que todavía reivindica este acontecimiento, su título concentra la actitud con la que la vanguardia marxista-leninista ha afrontado el centenario: ¡Retomar el camino de Octubre!

Y es que la primera linde que distingue de todos esos otros hijos, más o menos degenerados, que también pretenden reivindicarse de tal acontecimiento, a la vanguardia marxista-leninista es que ésta también sabe que, si bien Octubre está históricamente más vigente que nunca, si bien la senda evidencia aún un gran trecho por hacer, ya no podemos avanzar más por ella con los viejos ritmos y certezas. Un Ciclo Revolucionario se ha cerrado, como testimonia el estado del movimiento comunista y su nula referencialidad. El próximo Ciclo sólo puede abrirse sobre lo conquistado por el anterior, pero a condición de no pretender una imposible repetición, de que sus gestas no sean otro esquematismo mitificado que nos encadene eternamente a la actual impotencia. Precisamente, tal pretensión —que es, con mayor o menor fortuna, la del resto de sus vástagos— sería la verdadera traición al espíritu de Octubre que precisamente sólo fue posible como rebelión de libertad también contra esquemas desgastados. Romper el mito para liberar el espíritu vivo de Octubre empieza por su comprensión, por su asimilación como primer jalón de la epopeya de la humanidad en movimiento de autoconstrucción consciente. Sólo desde ahí, la comprensión de la obra histórica de Octubre será movimiento político de elevación que, sobre ella, nos permita reiniciar originalmente, como así sólo puede ser, esa obra, hoy temporalmente detenida: Balance del Ciclo de Octubre, Reconstitución del comunismo, como proyecto fundamentado y creíble, pero también como movimiento práctico actuante. Poner la revolución proletaria en marcha una vez más.

Por ello, porque esta perspectiva pasa ineludiblemente en primer lugar por esa comprensión-elevación, presentamos al escrutinio crítico de la vanguardia una serie de trabajos enmarcados en ese Balance del Ciclo de Octubre. De hecho, estos trabajos, en su conjunto, presentan todos los ingredientes del mismo. A una centuria de Octubre. Algunas notas sobre el Movimiento Comunista Internacional, el primero de los trabajos que presentamos a continuación, es una muestra de esa lucha de dos líneas que nuclea el Balance. Este trabajo, desde una somera panorámica al pobre tributo que este Movimiento Comunista Internacional ha ofrecido a Octubre en su centenario, evidencia el lamentable estado de descomposición en que éste se encuentra. Y ello se refleja elocuentemente no sólo a través de lo dicho por el que probablemente sea el más potente exponente, al menos en términos cuantitativos, del revisionismo occidental, el Partido Comunista de Grecia, sino también por lo poco que ha tenido que decir al respecto de este centenario la que seguramente sea la más avanzada de las corrientes alumbradas al calor del Ciclo de Octubre, el maoísmo. Del Gran Debate al Gran Viraje, otro de los trabajos que presentamos, ofrece una perspectiva diferente. Allí se entra de lleno en el terreno de los grandes debates protagonizados por la vanguardia bolchevique, todavía ideológicamente muy vital a la muerte de Lenin. El prisma desde el que se abordan es la concepción del Partido que muestran los contendientes, principalmente Trotsky y Stalin. El trabajo señala el fondo histórico común que compartían los oponentes, a la vez que la consecuencia política de la línea de Stalin respecto de los presupuestos que habían permitido abrir Octubre. Su victoria habilitó a la revolución para subsistir aún un tiempo, pero su agotamiento fue poniendo crecientemente en evidencia esa comunión de fondo. Precisamente, el cierre de Ciclo sitúa en primer plano tal sustrato compartido, mostrando que, si entonces, con el curso de acción abierto, esas disputas podían ser políticamente claves, hoy ya no tienen recorrido desde sus mismos presupuestos. Finalmente, el trabajo central de este número de Línea Proletaria, Había que tomar las armas, se interroga por los fundamentos materiales históricos necesarios del sujeto revolucionario que propició Octubre, tratando de mostrar cómo su comprensión en tanto momento necesario pero clausurado es la única que, dialécticamente, puede abrir la perspectiva de su continuación desde un estadio superior. En todos los trabajos subyace una línea común, que es la propia de la LR: la puesta en primer plano del elemento subjetivo revolucionario. Y es que la LR se muestra crecientemente no sólo como una corriente ideológico-política, con sus tesis, tácticas y estilos particulares, sino como toda una cosmovisión que apunta a ser el marxismo de nuestra época: el marxismo que, sobre la madurez histórica alcanzada por la lucha de clase revolucionaria del proletariado, sitúa como su fundamento la actividad del sujeto revolucionario. Y ello, como decimos, no sólo como proyección inmediata hacia adelante, política, sino también como aprehensión histórica de un pasado que retoma así insospechada viveza. Y es que la LR, a través de trabajos como éstos, empieza a apuntar hacia la completa racionalización de una concepción de nuevo tipo del socialismo, de la construcción del Comunismo, que escapa de su reducción a una serie de tareas económicas positivas, y que lo capta como la emergencia histórica del sujeto. Es desde esta perspectiva que se alcanza el verdadero significado de la Revolución Socialista de Octubre, primer momento histórico de tal emergencia, y, a la vez que evita todo fatalismo, comprende su necesidad como paso de libertad que se proyecta hacia un futuro que aún está por delante de nosotros mismos.

Pero, por supuesto, éste no sería un verdadero trabajo de elevación si no fuera acompañado de la construcción de un suelo social sobre el que pueda medrar. No hay reconstitución ideológica sin construcción de vanguardia. Precisamente, ésta es la dimensión de los presentes trabajos de la que más nos enorgullecemos. Y es que la vanguardia marxista-leninista ha dado en el último año y medio un nada desdeñable paso en la construcción del intelectual colectivo que debe signar el corazón del futuro Partido Comunista. Estos trabajos son una expresión, más o menos incompleta (pues siempre es difícil condensar en la letra impresa la riqueza viva del movimiento social), de un trabajo colectivo en el que, de forma creciente y sostenida, la vanguardia marxista-leninista se ha ido implicando en este tiempo. Ése es un aporte crucial y lo que, más allá de las tesis ideológico-políticas, nos distingue definitivamente del revisionismo. En la medida de nuestras fuerzas y a pesar de toda nuestra inexperiencia, en nuestro radio de acción e influencia sociales, aún minúsculo, hemos traído Octubre a nuestros días, lo hemos convertido en centro de la meditación y la reflexión de la vanguardia marxista-leninista que, a través del estudio serio y del debate colectivo, ha alcanzado un conocimiento y una comprensión del evento que está en la génesis histórica del movimiento comunista muy por encima de la que propicia el revisionismo. Si éste se ha limitado a la escenificación estético-mitológica en una serie de actos particulares, que sólo pueden evocar la primera gran revolución proletaria triunfante, o como reafirmación huera para los (pocos) creyentes, o como curiosidad-espectáculo para viandantes, la LR la ha aprovechado para avanzar en la formación de cuadros comunistas. Para avanzar en la comprensión del momento que vivimos y de las tareas que afrontamos desde la perspectiva que nos ofrece la experiencia de nuestros antecesores revolucionarios. Para avanzar en la formación de un conocimiento que permita la independencia crítica del militante comunista, para que deje de ser espectador-consumidor de mitología, o mudo seguidor de ajados cortejos callejeros, y se eleve a la posición del que es capaz de crear, del que es capaz de proyectar nuevos horizontes en el arduo camino de la emancipación humana: para que alcance la posición de vanguardia que exige el proletariado desde su madurez histórica conquistada. Si hemos conseguido dar algunos humildes pasos en este sentido, si hemos conseguido destapar algo de la vivificante esencia de Octubre para que se empiece a verter en nuestros desesperanzados tiempos, ésa será la mejor recompensa. Como muestra visible de tal intención y de tal esfuerzo, entregamos a la vanguardia este número de Línea Proletaria.


Comité por la Reconstitución
Diciembre de 2017