Sobre el debate a raíz del 27-S


Camaradas,

Ante todo, queríamos aclarar una serie de cuestiones relativas a nuestro texto propagandístico “Lucha de clases y cuestión nacional en Cataluña” y su publicación para evitar posibles confusiones. Concretamente, creemos necesario insistir y ahondar en el sentido de la relación de éste con el comunicado conjunto. Como ya dijimos tanto en el correo en el que os enviamos el documento como en la introducción que incluimos en la entrada del mismo en nuestro blog, entendemos que la elaboración de un texto de la misma temática que el comunicado unitario pero de mayor profundización y amplitud respondía a la aplicación del principio de distribución funcional del trabajo en una realidad plurinacional. Pensamos, pues, que la exigencia de un mayor ahondamiento en la cuestión por parte de BiR viene motivada por nuestra particular localización en el centro del actual escenario de la lucha de clases en el Estado español y por la necesidad de erigir una posición internacionalista que sirva de referente en medio del nacionalismo en que está encharcada la vanguardia catalana. De esta manera, publicando ambos textos estaríamos cumpliendo con el requerimiento de caminar hacia la unidad con el resto de destacamentos de la Línea de Reconstitución a la vez que, en sintonía con la tesis leninista de la necesidad de definir tareas en función de la ubicación de los comunistas según se hallen en la nación opresora o en la oprimida, realizamos un estudio más detallado y amplio sobre los acontecimientos de estas semanas, que nos tocan directamente, imprescindible para las tareas de toda la vanguardia y para ofrecer elementos de análisis para futuros trabajos unitarios.

Pretendemos explicitar, por lo tanto, la relación de complementariedad y subordinación (en tanto que está inserto en la acción conjunta, más amplia y de más largo alcance) de nuestro trabajo propagandístico respecto al comunicado unitario y en absoluto de discordancia o preferencia del primero sobre el segundo. Sin embargo, el poco margen de tiempo del que disponíamos en ese momento provocó que nos precipitáramos en la publicación de ambos textos en el mismo día, lo que sí pudo suponer un cierto solapamiento entre documentos. A pesar de que el carácter logístico del incidente reduce la gravedad del mismo, hacemos autocrítica de este hecho.

En la línea de todo lo anterior, reafirmamos nuestra voluntad unitaria y de impedir que nuestra actividad pudiera percibirse separada o paralela a la del resto de destacamentos de la Línea de Reconstitución, como tal vez podría haberse interpretado la doble publicación de textos y que nos obliga a hacer estas aclaraciones.

Procedemos a continuación a explicar mejor alguna de nuestras críticas -las más importantes- a raíz de la respuesta remitida a nosotros, en tanto que entendemos que es mejor ir siempre hasta el final; aclararlo todo con tiempo después de las prisas que todos tuvimos los días previos al 27-S[1].

La primera crítica que presentamos va relacionada con la expresión de “solo la fusión de la democracia con el internacionalismo permite acometer con garantías el correcto tratamiento de la cuestión nacional” (pág. 1, párrafo nº3). Nuestra crítica iba dirigida al hecho de contraponer democracia con internacionalismo, de establecer una relación externa y polarizada entre ellos. Por el contrario, el internacionalismo exige la democracia (el contenido democrático, el derecho a la autodeterminación, la igualdad de derechos nacionales, etc.) en síntesis con la tarea revolucionaria de fusión en un movimiento único internacional. En otras palabras, no hay internacionalismo sin democracia; es una de sus caras, que en determinados momentos puede tener o no más peso que el contenido revolucionario unitario (como se menciona en el texto de la Línea de Reconstitución para el 27-S). Disociar el contenido democrático, su efecto atenuante y resolutivo, del internacionalismo proletario sería caer en el “internacionalismo” vulgar luxemburguista de nación opresora, del que hace gala el MCEe. Pensamos que la cuestión estriba en entender el internacionalismo, tal y como se dice correctamente en el tercer párrafo, como “una unidad dialéctica, donde operan tanto la cuestión democrática y la lucha contra toda opresión, como el espíritu universal de la clase de los explotados”, afirmación que entra en discordancia con la expresión utilizada más adelante: “síntesis de la democracia con el internacionalismo”. Más sencillamente, el internacionalismo no puede sintetizarse con la democracia porque ésta ya es parte o momento de aquél; lo que se fusiona con la democracia es el espíritu universal de la clase de los explotados, que no es lo mismo que internacionalismo. Identificar ambos términos es precisamente luxemburguismo, pues implica que el tratamiento revolucionario de la cuestión nacional, el internacionalismo, puede realizarse desde ese carácter universal del proletariado directamente, cuando lo cierto es que esto es solo una base que necesita del elemento democrático como mediación para alcanzar la unidad dialéctica superior internacionalista. No tenemos ninguna duda que en toda la Línea de Reconstitución se comparte esta visión, estos elementos internacionalistas de la Línea General, y más siendo presentando así en el inicio del mismo párrafo citado: “desde el Movimiento por la Reconstitución siempre hemos interpretado el derecho a la autodeterminación como parte indisoluble de una unidad dialéctica, donde operan tanto la cuestión democrática y la lucha contra toda opresión, como el espíritu universal de la clase de los explotados”. Por ello, porque son elementos de la Línea General (que además se ha tratado recientemente) y porque unas líneas antes se explica de forma correcta el internacionalismo, entendemos que contraponer o separar a priori democracia e internacionalismo es un grave error, tanto de presentación de elementos del internacionalismo como de coherencia textual. En la respuesta que recibimos se puede apreciar que se entendió nuestra crítica de forma totalmente distinta, como mero cambio textual de “fusión” por “síntesis”. Entendemos que es debido a la forma breve y con prisas con que enviamos nuestra crítica y al poco margen de tiempo. Con todo, igualmente, nos sorprendimos cuando finalmente vimos que aún habiéndose corregido varias veces el texto, este error se acabó publicando.

Por otra parte, tal definición ha aparecido con anterioridad en la Línea de Reconstitución. En este sentido, para seguir ahondando en nuestra posición, citamos un fragmento del texto “Ante el 9-N en Cataluña” de los camaradas del MAI en el que creemos que se cae en el mismo desacierto:

“En síntesis, esta dialéctica tiene en cuenta los dos aspectos del problema nacional desde el punto de vista de la revolución proletaria. Por un lado, el democrático (la efectiva y real división del proletariado, la forma inmediata que éste adopta, en compartimentos nacionales, fruto del desarrollo y desenvolvimiento histórico del capitalismo y que es la base de partida que debe considerar toda posición materialista), que se concreta en la firme propugnación del derecho a la autodeterminación y la igualdad nacionales. Y, por otro, el revolucionario-socialista (el contenido esencial del proletariado como clase universal con intereses fundamentalmente idénticos en todo el mundo), expresado en la defensa de la unidad internacional de su lucha de clase. Estos dos principios, democracia e internacionalismo revolucionario, se articulan dialécticamente de tal manera que permiten el despliegue de la esencia universalista del proletariado desde las condiciones materiales inmediatas de fragmentación nacional que impone el capitalismo.”

En tanto que el internacionalismo proletario es una creación consciente, un tratamiento específico de la vanguardia revolucionaria, una actitud que no se da en la espontaneidad, no puede compartirse la fórmula de sumar internacionalismo con democracia, en que el internacionalismo se presenta ya de por sí como un supuesto espíritu universal esencial del proletariado al que solo hace falta unir algo externo (el aspecto democrático) para tener un internacionalismo “verdadero”. Como si hubiera un internacionalismo genuino en la clase en sí que tuviera que elevarse, añadiéndole la democracia, a un internacionalismo de verdad. De internacionalismo sólo existe uno: el consciente, el de la vanguardia actuando con política independiente de clase. Y esto es fundamental en el momento histórico en que nos encontramos de deslindar campos con un revisionismo universalmente postrado en la espontaneidad y de establecer la Línea General. Además, en la fórmula de internacionalismo con democracia, queda al aire un internacionalismo entre no iguales: un internacionalismo unitario en desigualdad de condiciones. Y esto, como sabemos, da pie a multitud de concepciones: internacionalismo “parcial”, “imperialista” con aquellos que solo comparten una situación económica/política dada, internacionalismo “vulgar” luxemburguista, etc. Recalcamos que en ciertos momentos de ascensión revolucionaria, con las amplias masas en acción y puestas en movimiento por la revolución, entonces sí que su espíritu universal “puede” equipararse al internacionalismo, o a una forma dominante de internacionalismo; pero solo en condiciones muy específicas y con la conquista de las masas en una etapa madura. En las condiciones actuales, en los inicios, como sucedió en la experiencia de los bolcheviques, tenemos que luchar contra toda espontaneidad y poner al orden del día la creación consciente, su papel rector: un internacionalismo creador, que de forma original conjuga las tareas unitarias con las tareas democráticas para formar un único movimiento internacional revolucionario, y no un internacionalismo supuestamente ya en el “corazón” de la clase que hace falta desvelar y acabar de pulir añadiendo la democracia.

La segunda crítica que creemos que tiene más contenido y profundidad política es el relacionado con el procés y Mas-CDC. Habiendo releído varias veces el texto unitario y habiendo estudiado vuestra respuesta, entendemos que de la frase “el procés ha vuelto a coger aire, tras varios meses en los que estuvo a buen recaudo de Artur Mas y sus correligionarios” (inicio pág. 3) pueden extraerse dos significados (por su brevedad, por el significado que procés pueda tener, etc.): el hecho que el movimiento nacionalista, en tanto que burgués, converja necesariamente en el Parlament y tome su dirección última a través de las fuerzas, instituciones, negociaciones y acciones parlamentarias; y el hecho que Mas y “sus correligionarios” sean la fuerza rectora del movimiento nacionalista. En el primer significado estamos totalmente de acuerdo, y creemos que en efecto en el texto tiene este significado “principal”. En el segundo significado no estamos de acuerdo. Y con la respuesta que recibimos pudimos constatar que, efectivamente, este significado podía estar implícito en dicha frase. Creemos que no se puede trazar una relación de identidad directa entre capitalizar el movimiento nacionalista en sus sinergias parlamentarias determinantes (esas fuerzas políticas “principales”) y el carácter concreto de clase rector, base del movimiento nacionalista. (esa fuerza de clase “rectora”). Así, en la respuesta se comenta que “las fuerzas que capitalizan y abanderan fundamentalmente el procés siguen siendo las que giran en torno a la figura de Artur Mas”, y que “Mas y CDC [siguen] siendo la principal fuerza rectora del movimiento nacional”. Es un hecho innegable que, sobre todo a partir de 2014, CDC ha conseguido capitalizar y condensar en su acción política el movimiento nacionalista -con lo que ello implica: que lleven el tempo, etc.-; pero esto no puede llevar a decir que son “la principal fuerza rectora del movimiento nacional”. Esto podría dar pie a entender que el movimiento nacional surge, tiene su raíz, su carácter de clase en la fracción del capital que representa CDC, y esto es totalmente erróneo. Y precisamente porque este es el análisis que hace todo el MCEe -entendiendo que el procés es cosa de la alta burguesía, de CDC, etc.- es necesario delimitar bien los campos con el revisionismo.

En el documento para el 9-N que publicamos desde BiR explicamos que ERC era la “principal fuerza política parlamentaria” del independentismo, representante histórica de la mediana-pequeña burguesía catalanista, y en el documento para el 27-S explicamos que CDC a lo largo de estos años ha tenido que “capitular”, “recular” ante el auge de la mediana-pequeña burguesía para mantener el liderazgo ante el Estado -implicando esto el distanciamiento con la gran burguesía catalana, romper con UDC, etc.-. Si se mira con perspectiva estos cinco-diez últimos años se tiene que cuando el movimiento nacionalista independentista se encendió (con el recorte del Estatut, la ofensiva del gran capital sobre las burguesías periféricas y la aristocracia obrera-pequeña burguesía, etc.), tomó forma a través de un auge espectacular de ERC y de la CUP y de nuevas organizaciones civiles en escena (ANC, Òmnium, etc.), mientras CiU gobernaba con el PP entre 2010 y 2012 –en un período de cierto dominio del sector de UDC dentro de la federación; “buenos” tiempos para el núcleo de Duran i Lleida (iríamos a la sucesión de Pujol si queremos ver estas concesiones al sector de UDC). Para no perder ese liderazgo de la burguesía catalana ante el Estado (en esos momentos en manos del gran capital pero desbordada por el auge de la mediana-pequeña burguesía), Mas tuvo que quemar el cartucho del “pacte fiscal” y convocar precipitadamente elecciones a finales de 2012 –para tomar una legislatura de reorganización y resituación de las fuerzas de la burguesía catalana. Fue entonces cuando entró la CUP en el Parlament y ERC subió espectacularmente, y CiU bajó en 12 escaños con bajadas también espectaculares de garantes del gran capital como PSC y PP. Desde esos momentos, y hasta 2014, ha habido un flujo considerable de militantes de las JNC (juventudes de CDC) hacia las JERC (juventudes de ERC). Esa nueva correlación de fuerzas de la burguesía catalana se tradujo en la desorientación y contradicción en la federación de CiU, que intentó ceder (declaraciones políticas del Parlament, pacto de gobernabilidad con ERC, etc.) para mantenerse como tal -vacilar entre gran capital y pequeña burguesía independentista para poder redirigir la situación-. Finalmente, en la línea de la capitulación ante la pequeña burguesía para mantener el timón ante el Estado, empujada por el sector de ERC-CUP-entidades soberanistas, CDC tuvo que erigirse como flagrante fuerza independentista y convocar el 9-N (nunca estuvo segura su convocatoria hasta dos semanas antes). Aquí reside el punto fundamental: rotura inminente con UDC y ocasión inmejorable para la intervención internacionalista de la vanguardia comunista y la solución de la cuestión nacional catalana (9-N). Con el crédito ganado por la “valentía” y “giro” hacia posiciones de la pequeña burguesía de CDC, se logró posponer cualquier mandato hasta el 27-S. De nuevo, para no ser barrido por la pequeña burguesía de ERC-CUP-entidades soberanistas, CDC propuso la “llista unitària”, que ERC aceptó para no dilatar más los tiempos. Así, con todo, siendo que todos los acontecimientos dependen en última instancia de la dirección de Mas y CDC, como no podía ser de otra forma (de su fuerza inercial desde las elecciones de 2010, del acierto de Mas en convocar elecciones el 2012, etc.), esto no puede de ninguna manera llevar a decir que Mas y CDC son la “principal fuerza rectora del movimiento nacionalista”, cuando precisamente la historia reciente de Mas y CDC es la capitulación permanente ante ERC-CUP-entidades de la pequeña burguesía. Un movimiento que florece comiéndose a CiU, ante el cual CDC logra reaccionar apoderándose de su “liderazgo”. Y es cierto: junto a la apariencia de los acontecimientos, la inteligencia y audacia políticas de Mas, hijas de la capacidad de Pujol, logran concentrar la “fuerza” y la “dirección” en que converge el movimiento nacionalista en él y CDC. De aquí el aguante de CDC y sus esperanzas para poder aún negociar con el Estado.

Insistimos: que aparte del Parlament, y en concreto de la Generalitat (Mas-CDC), no haya margen de maniobra para el movimiento nacionalista, que todas las facciones de la pequeña burguesía independentista hayan tenido que supeditarse al Parlament y en concreto a la Generalitat (Mas-CDC) en tanto que movimiento burgués, en lo que estamos totalmente de acuerdo, no puede llevar a afirmar que la fuerza rectora, la fuerza de clase que encendió y caracteriza fundamentalmente el procés, haya sido o sea la que representa Mas-CDC (que, como hemos dicho, están en constante capitulación y vacilación).

Con respecto a las otras críticas y respuestas, entendemos que tienen un significado menor. El tema de Kurdistán efectivamente corresponde mejor a textos propagandísticos, teóricos sobre la cuestión nacional, y no a un texto agitativo sobre cuestiones concretas como era este. En la cuestión del “reparto de sillones”, nuestra crítica iba en la dirección que, si bien se puede “sobreentender” que no se reduce solamente a los sillones sino a aspiraciones de fracciones del capital, es una expresión o una “idea” repetida hasta la saciedad por el revisionismo; debido al carácter agitativo del texto podía dar pie a dicha concepción reduccionista, entendimos. Creemos que si no se realiza una crítica profunda de tal expresión o un uso bien reforzado, como ya se ha hecho con otras expresiones utilizadas por el revisionismo (“la rebelión se justifica”, etc.), sería mejor prescindir de ellas. Lo mismo podemos decir de la consigna “¡Ni un voto obrero a las urnas!”; además, sin una crítica concreta sobre ella, puede dar pie a cierta mística “esencialista” del proletariado (en la línea de su uso por el revisionismo). Pero, efectivamente, en tanto que se utilizó en el documento conjunto anterior era conveniente utilizarla también para éste.

Sin más, reiterando nuestro agradecimiento por la respuesta,

¡Saludos revolucionarios!